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Miraba los dibujos.

Miraba los dibujos una y otra vez mientras soñaba.

Todas las noches al acostarse Susana pedía a su madre un cuento. Tenía muchísimos, una estantería repleta y quería más. No le gustaba repetir. Le leían una historia nueva cada día y así desde que tenía un año.

Se estaban agotando los cuentos del mundo para Susana. Pocos quedaban por leer.

Ese día observaba los dibujos de uno llamado «La niña y el perrito» e imaginaba lo que sería no tener nada, absolutamente nada. De repente se fijó en las letras y se sorprendió. ¡Podía descifrarlas! Tenía solo seis años, pero era capaz de leer a la perfección. Emocionada llamó a su mamá.

La madre de Susana se asustó. Jamás la llamaba mientras observaba los dibujos de los cuentos, al contrario, se quedaba siempre dormida. Algo le estaba pasando.

Preocupada corrió al dormitorio de su hija. La encontró sentada en la cama, apoyada contra el cabecero y llorando mares y mares de lágrimas.

– Susana cariño ¿qué te pasa?

– Puedo leer mamá. Puedo leer. Mira… «Había una vez…»

Susana le leyó el cuento a su madre de principio a fin, sin equivocarse una sola vez, a la perfección, parándose en las comas y en los puntos. Era increíble. Al principio creyó que era la memoria de su hija, había mostrado en varias ocasiones que tenía muy buena memoria, pero para cerciorarse le dejó una revista. La niña no había visto una revista en su vida. También la leyó a la perfección, haciendo las pausas correspondientes y sin equivocarse ni una sola vez.

¡Susana había aprendido a leer!

La madre, lectora empedernida, recordó como había inculcado el hábito de la lectura en su hija, como incluso había acudido a cursos de «Comunicarte con tu hijo en disciplina positiva». Había invertido en ella para ser una buena educadora y en clases de motivación para su hija.

Creía que los tiempos del castigo, del «eso no está bien porque lo digo yo y punto», habían finalizado. Un niño es un niño, pero hay que inculcarle valores desde muy temprano y explicarle a la perfección el ¿por qué? o ¿para qué? de las cosas. Lo entienden mucho mejor de lo que los adultos pensamos.

Susana quiso leer un cuento distinto todas las noches, pero como pronto pasó de cuentos a novelas: Moby Dick, La historia interminable, Momo, Harry Potter… jamás se le terminaron.

 

FIN

Belén Vilar

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